Se ha atendido a más de un millar de pacientes desde que se inició la actividad

La Unidad de Rehabilitación Cardíaca del Hospital Reina Sofía incorpora mejoras asistenciales

En el último año se ha ampliado la cartera de servicios y se ha incrementado la plantilla para ofrecer una terapia más completa a los pacientes

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La Unidad de Rehabilitación Cardíaca del Hospital Universitario Reina Sofía, ha introducido mejoras asistenciales para ofrecer una terapia más completa a los pacientes que son derivados a este servicio. Concretamente, desde que el hospital creara esta unidad en 2010, se ha duplicado el espacio destinado al gimnasio, se ha incorporado una consulta de Enfermería, se ha incrementado la plantilla y la cartera de servicios, ofreciendo en los últimos meses la posibilidad de realizar incluso las extracciones sanguíneas en el mismo servicio, sin necesidad de acudir a su centro de salud. 

Otra de las mejoras recientes que la Unidad de Rehabilitación Cardíaca ha introducido es la puesta en marcha de la prueba de esfuerzo con consumo de oxígeno, una técnica muy importante según destaca el cardiólogo José López Aguilera, ya que “permite estudiar cómo se comporta el paciente cuando está realizando ejercicio a través del análisis de los gases que expulsa en la respiración. Esta información nos permite hacer diagnósticos más precisos y, por extensión, tratamientos más eficaces, además de ofrecer al paciente recomendaciones personalizadas del tipo de acciones diarias que puede asumir o, por el contrario, restringir aquellos esfuerzos que puedan empeorar su estado”.

Desde que iniciara su actividad esta unidad, que depende del servicio de Medicina Física y Rehabilitación, ha atendido a más de un millar de pacientes, la mayoría de ellos varones con edades entre los 50 y los 60 años, por haber sufrido un infarto o porque padecen insuficiencia cardiaca. Estos pacientes suelen llegar derivados desde la planta de hospitalización y las consultas externas del servicio de Cardiología.

En esta línea, el doctor López Aguilera señala que “en este periodo, hemos crecido con el objetivo de seguir dando respuesta a las diferentes necesidades del paciente cardíaco. Principalmente, desde nuestra unidad tratamos a pacientes que han sufrido una cardiopatía isquémica o que sufren insuficiencia cardíaca, ofreciendo terapias que son complementarias al tratamiento farmacológico y que se dividen en tres ámbitos fundamentales: fomentar el autocuidado y el ejercicio físico; el control de los factores de riesgo cardiovascular y abordar al ámbito psicológico”. 

Los tratamientos que los pacientes reciben en este servicio suelen tener una duración aproximada de dos meses en los que son atendidos por un grupo multidisciplinar de profesionales compuesto por cardiólogos, psicólogos, médico rehabilitador, fisioterapeuta y enfermería. Este equipo elabora para cada paciente un programa individual de entrenamiento. La actividad que desarrollan consta de ejercicio físico (aeróbico en bicicleta o cinta, ejercicios abdominales y estiramientos), educación sanitaria y de atención psicológica (entrenamiento de la relajación y charlas sobre alimentación saludable, disfunción sexual, riesgos del tabaco y también se trata el componente psicológico que tiene la patología cardiaca). 

Una vez que el paciente finaliza esta terapia, se le vuelve a realizar un estudio (ecocardiograma y ergometría) para determinar el estado actual, el impacto que ha tenido el tratamiento y el grado de recuperación y, en base a estos resultados, se establece el tratamiento a seguir y las recomendaciones que debe incorporar a su vida diaria para controlar y evitar los principales factores de riesgo. Según destaca el cardiólogo del hospital, “la rehabilitación cardíaca se basa en la educación del paciente, no sólo en el ejercicio físico como suele pensarse, ya que el programa impacta directamente en los hábitos de vida del paciente. Así, a través de las intervenciones que realizamos con nuestros pacientes conseguimos una mejora psicológica, les ayuda a reincorporarse lo antes posible a su trabajo, mejoramos la adherencia al tratamiento, se reducen los ingresos y mejora el pronóstico de su patología de base”. 

Existe suficiente evidencia científica a favor de la eficacia de los programas de prevención secundaria y rehabilitación cardiaca, ya que disminuye la mortalidad cardiaca y global, mejora la capacidad de ejercicio, disminuye la hipertensión y las cifras de hipercolesterolemia y los niveles de depresión y ansiedad.