El ADN cervantino siguió por mucho tiempo en la Subbética.

Cervantes en la Subbética

La biografía del escritor universal está estrechamente ligada a Cabra y Lucena, donde residieron varios de sus parientes

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Después de sus avatares por la famosa batalla de Lepanto y el cautiverio en Argel, se sabe que Miguel de Cervantes Saavedra regresó a España y que, a partir de 1586 aproximadamente, emprendió una serie de viajes por Andalucía que se incrementaron a partir de 1587, cuando empieza a ejercer como comisionario de provisiones para la Armada Invencible.

En 1588 se estableció en Sevilla y, durante esos años, el escritor recorrió infinidad de veces el camino que separa Madrid de Andalucía, pasando por lo que ahora es Ciudad Real y Toledo. Un recorrido que serviría como telón de fondo en sus novelas; de hecho, ese camino aparece perfectamente reflejado en “Rinconete y Cortadillo”, uno de los relatos incluidos en sus Novelas Ejemplares (1613). En esa novela se refleja también cómo era la vida cotidiana en las calles de la Sevilla de finales del siglo XVI, y aparecen referencias a un juego que se considera el origen del actual blackjack o 21, muy conocido internacionalmente. Es precisamente esa dedicación a las costumbres y personajes del pueblo llano lo que hace que podamos catalogar las obras de Cervantes de novela moderna. El mejor ejemplo es El Quijote (1605), que desmonta el mito de las novelas de caballerías introduciendo elementos de la vida real como la comida de la época o personajes complejos y, en consecuencia, humanos como los protagonistas de la historia.

Cervantes aprovechó su propia vida aventurera y los viajes por distintos territorios para ilustrar sus trabajos de ficción. Un espíritu viajero que ya le venía de familia. Su abuelo paterno fue Juan de Cervantes, nacido en Córdoba en 1470 y casado con Leonor Fernández de Torreblanca, cuya fecha y lugar de nacimiento se desconoce, pero de quien se sabe que su padre fue un médico cordobés. De esta unión nacieron: Juan, María, Rodrigo y Andrés.

Habiendo estudiado Derecho en la Universidad de Salamanca, Juan de Cervantes hizo carrera en la administración pública y, en 1541, llegó a ser nombrado alcalde mayor del Estado de Baena, en el Condado de Cabra. Hay constancia de que, durante esos años, el abuelo de Miguel de Cervantes pasó por Baena, Cabra y Osuna. Sin embargo, desde 1538, su esposa se quedó en Alcalá de Henares al cuidado de la familia, mientras que él llevaba una vida separada por Córdoba.

El padre de Miguel de Cervantes, Rodrigo, nació en Alcalá de Henares en 1509; no así su hermano Andrés, nacido en Córdoba, que fue personaje destacado en la historia de Cabra, de donde llegó a ser alcalde. Rodrigo de Cervantes ejerció de cirujano, oficio que había aprendido de su abuelo materno, y como barbero. Se casó con Leonor de Cortinas, que procedía de una pudiente familia madrileña, aunque el hecho de tener una extensa descendencia les hizo pasar por apuros económicos y les obligó a viajar por distintos puntos de España en busca de trabajo. De hecho, se cree que Rodrigo pasó una temporada en Cabra con la esperanza de que su hermano Andrés le pudiera conseguir algún tipo de empleo.

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Recientemente, el historiador egabrense Antonio Moreno Hurtado descubría un conjunto de nuevos documentos referentes a la labor que Andrés de Cervantes desempeñó en Cabra durante su carrera. Este descubrimiento le servía para ampliar su exhaustiva investigación sobre la relación de la familia de Cervantes con Cabra, y este mismo año reeditaba el libro Los Cervantes y Cabra, que publicó originariamente en 2017.

En cuanto a la conexión de Miguel de Cervantes con Lucena, que el año pasado dedicaba una exposición a la obra más célebre del manco de Lepanto, también pasa en cierto modo por su tío Andrés. Hubo un tiempo en el que se llegó a especular sobre si esta localidad pudiera ser el verdadero lugar de nacimiento del escritor, pero esa posibilidad que ha quedado totalmente descartada. Lo más curioso es que esta teoría tenía que ver con un par de registros bautismales, de 1556 y 1563, en los que aparecía no el apellido Cervantes, sino Saavedra.

La verdadera relación de Cervantes con Lucena la detalló hace unos años el cronista lucentino Luisfernando Palma Robles en una investigación, “Relaciones familiares de Cervantes con Lucena”, que sitúa a varios parientes del escritor en esta localidad desde mediados del siglo XVI hasta descendientes de nuestros días.

El punto de partida de la rama lucentina de los Cervantes podríamos decir que es una de las descendientes de Andrés de Cervantes y Francisca de Luque. Leonor de Torreblanca, que tomó el apellido de su abuela materna, se cree que nació en Cabra, donde su padre era personaje destacado, pero se casó con Luis de Baeza, que era vecino de Lucena. Fue allí donde vivieron y donde se casó con Luisa, un 30 de septiembre de 1590 en la parroquia de San Mateo, con Juan Bautista Álvarez, quien parece ser que mantuvo una estrecha relación de amistad con Miguel de Cervantes.

Después de una agitada temporada por Andalucía, el escritor pasó sus últimos años en Madrid, donde falleció de diabetes en 1616, pero el ADN cervantino siguió por mucho tiempo en la Subbética.